Pon tu dinero en donde está tu boca, dicen los norteamericanos. Es decir, aplica lo que predicas. En más de 20 años de vida creativa, siempre he intentado huirle a la zona de confort, algunas veces con más fortuna que otra.
El pintor ruso Mark Rothko escribió, en el año 1943, junto a Adolph Gottlieb: "Para nosotros, el arte es un viaje a un mundo ignoto (...) lo pueden emprender aquellos que no temen arriesgarse". Esta afirmación, que supera el terreno del arte, rige el ejercicio creativo en todas sus manifestaciones y la vida entera, en mi opinión, si lo que buscamos es trascender y dejar huella.
Cuando empezamos a desarrollar el concepto de “storyfeeling”, nos dimos cuenta de que la sustentación oral del modelo era una trampa. Necesaria, pero trampa a fin de cuentas. Nuestro marco teórico, que abarca desde la neurociencia hasta la antropología, pasando por la filosofía, la economía y la dramaturgia, resulta apasionante detrás de bambalinas, pero insuficiente para comunicar la esencia de su espíritu. Le hace falta feeling.
Mal haríamos, en Kymera Studios, si aquello que intentamos incentivar en nuestros clientes, aliados, alumnos, amigos y colegas, no rige irrenunciablemente cada una de nuestras acciones: sin riesgo, no hay gloria. No se obtienen resultados diferentes, haciendo una y otra vez lo mismo. La repetición es ajena al ejercicio creativo y por ende, crear es arriesgarse.
Hace ya bastante tiempo comprendí que debía tomarme muy en serio mi oficio, pero no tanto a mí mismo. Lo que comenzó como un juego y quizá, un reto impulsado por amigos y compañeros de trabajo, terminó siendo una aventura personal y mi humilde homenaje a un álbum que me ha inspirado durante décadas: Readings by Jack Kerouac on the Beat Generation, la tercera y última grabación de spoken word realizada por el escritor y lanzada por Verve Records en enero de 1960. Luego, Julián Sarmiento, quien me dirigió y grabó en el estudio; el Tete Sarmiento, diseñador sonoro y beat maker; y Esteban Vergara, realizador audiovisual, pusieron todo su talento y empeño para traerme a los terrenos de Residente. Gracias a ellos por su optimismo.
Por último, un abrazo cósmico para Walter Hernández, ese genio de la berbenautika a quien llamé inicialmente para que le pusiera su voz al texto y me dijo al leerlo: “Viejo Rober, esa vaina la tienes que hacer tú”. Gracias a su firmeza e insistencia, como decía mi padre: “¡me he divertido berracamente!”.
¡Y que viva el Storyfeeling!
Roberto Flores Prieto
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